Este volumen se propone un objetivo notable y original: fortalecer la relación entre China y la Argentina desde una mirada individual, en primera persona, de funcionarios, intelectuales, escritores y académicos de ambas nacionalidades que han vivido una enriquecedora experiencia en tierra del otro país, al otro extremo de la Asociación Estratégica Integral que nos vincula.
La Argentina está protagonizando una revolución de su sector exportador en la que China tiene un papel prioritario. El estrecho lazo que nos une hubiera resultado inverosímil apenas 15 años atrás. Hoy es realmente difícil avizorar un límite para nuestra inserción en la economía de nuestro socio estratégico. Alcanzar a sus consumidores con productos del mayor alto valor agregado es una de nuestras metas. Y para eso hay que entender el cambio, que aún se encuentra en curso.
Este volumen es una enorme contribución multidisciplinaria en este sentido. Vaya nuestro reconocimiento a los embajadores, consejeros culturales de ambas embajadas, investigadores, escritores, traductores y periodistas, entre otros, que han aportado su inestimable punto de vista.
Embajador Horacio Reyser Travers
Secretario de Relaciones Económicas Internacionales
En este libro titulado NOSOTROS: Crónicas de la cercanía cultural de China y Argentina convergen las historias de vida de varias personalidades, tanto de China como de Argentina, que se han dedicado al fortalecimiento de la amistad entre los dos países. También se encuentra reflejado desde diferentes perspectivas el amor sincero entre ambos pueblos, así como el crecimiento de la relación bilateral. Los esfuerzos perseverantes y las arduas hazañas realizadas por los protagonistas de diversos sectores fueron imprescindibles para la consolidación del vínculo profundo y duradero que disfrutamos hoy en día. Aprovechando esta ocasión, me gustaría presentar hacia ellos mis consideraciones más altas y mis gratitudes más sinceras.
Argentina fue el primer destino de mi carrera diplomática y, por lo tanto, la quiero profundamente. Hace 25 años, este país selló a fuego en mi memoria su idiosincrasia, su gente amable, su Malbec fragante, su asado jugoso y sabroso, y sus mundialmente reconocidos fútbol y tango. En 2014, tuve el honor de asumir el cargo de Embajador de la República Popular China en la República Argentina, lo que me permitió pisar nuevamente esta tierra de innumerables y hermosos recuerdos y volver a ver a los viejos amigos. Asimismo, este cargo constituye para mí una responsabilidad enorme y una misión gloriosa. He descubierto con plena satisfacción que, con los esfuerzos de ambas partes, se ha profundizado la confianza mutua política, se han consolidado los resultados fructíferos en el comercio y se han obtenido logros destacables en el intercambio cultural. Particularmente desde el establecimiento de la Asociación Estratégica Integral, la relación bilateral ha tomado un camino, o, mejor dicho, una autopista de desarrollo en múltiples dimensiones, ámbitos y niveles. Puede afirmarse que China y Argentina ya son socios sinceros, que se tratan entre sí con toda confianza, abogando siempre por el beneficio mutuo.
Yang Wanming
Embajador de la República Popular China en la República Argentina
Los veintiún autores del presente libro son testigos, participantes y facilitadores del desarrollo de la relación sino-argentina. En sus artículos se han relatado las comunicaciones y cooperaciones entre las dos partes en los ámbitos de la política, el comercio, la academia, la literatura y el arte, la prensa y la educación, así como los cuentos vivos sobre la amistad entre los dos pueblos.
Guo Cunhai, doctor en Relaciones Internacionales, cofundador y director de la Comunidad de Estudios Chinos y Latinoamericanos (CECLA). Profesor e investigador, director del Departamento de Estudios Sociales y Culturales, y director del Centro de Estudios Argentinos del Instituto de América Latina de la Academia China de Ciencias Sociales (ILAS-CASS). Subsecretario General de la Asociación China de Estudios Latinoamericanos. Coordinator de los libros de China y América Latina: La distancia que nos une (chino y español), El nuevo marco de cooperación económica sino-latinoamericana (chino y español), La Franja y la Ruta y América Latina: nuevas oportunidades y nuevos desafíos(chino y español). Sus estudios se centran en las culturas latinoamericanas y las relaciones entre China y América Latina.
Prólogo / Horacio Reyser Travers
Prólogo / Yang Wanming
Recuerdos
Diego Ramiro Guelar : China, mi largo viaje
Zeng Gang : Mi experiencia personal del relevo de la antorcha olímpica de Beijing en Buenos Aires
Miguel Alfredo Velloso : Nueve años en China:Las experiencias más apasionantes de mi carrera diplomática
Esteban Zottele : De Borges a “La Franja y la Ruta”
Ernesto Fernández Taboada : Construyendo puentes de cooperación entre Argentina y China
Miguel Ángel Petrecca : Caminos de la traducción de la literatura china
Historias
Yuan Jianping : Primer político de origen chino en Argentina
Gustavo Ng : Búsqueda y construcción de mi origen chino
Ou Zhanming : Mi pasión por el tango
Lin Wenzheng : El poder de la voz: un sonido, dos culturas
Wang Lichao : Mi sueño argentino en tierra china
Guillermo Bravo : Mil Gotas: intercambio cultural entre China y los países hispanohablantes
Jiang Shan : De Messi a Mai Jia : la historia entre Argentina y una joven editora china
Intercambios
Yang Chuanying : Mi experiencia en el intercambio cultural en Argentina
Juan Manuel Cortelletti : Futuro, tradición e intercambio cultural
Ye Shuhong : Una nostalgia llamada Argentina
Gonzalo Tordini : Educación e intercambios pueblo a pueblo: puente entre Argentina y China
Huang Qiwang : Un puente de información entre China y Argentina
Guo Cunhai : La nueva generación de estudios latinoamericanos en China
Salvador Marinaro : Una idea de Oriente
Lou Yu : Las luces de la literatura: mis diarios sobre Ricardo Piglia
Postdata / Guo Cunhai
China, mi largo viaje
Diego Ramiro Guelar, Embajador de la República Argentina en China
Nota de editor: creo que abusa de las comillas: “dos imperialismos”, “Tercer Mundo”, “Gran Timonel” etc: esto genera un efecto raro para el lector. Realmente es importante ver eso. Yo los he puesto todos en cursiva.
China ha vivido dentro de mí por mucho más tiempo del que el que yo he vivido en China. Llegué a Beijing como embajador de la República Argentina, el 20 de marzo de 2016. Pero mi viaje a China comenzó 46 años antes.
En 1970, yo era un joven estudiante de Derecho que militaba políticamente contra la dictadura militar de derecha que gobernaba mi país. Los jóvenes de mi generación éramos muy críticos de los “dos imperialismos”: el norteamericano y el soviético. Nos sentíamos parte del “Tercer Mundo”, que se oponía a las dos formas de dominación que se lo disputaban.
El “Gran Timonel”- Mao Zedong- era la figura referencial externa más importante y lo seguían Fidel Castro y el general francés Charles de Gaulle. El general Giáp era también muy admirado por haber derrotado a franceses y norteamericanos en Vietnam. Por su parte, el mayor líder argentino era el general Juan Domingo Perón, exiliado en España después de haber sido derrocado en 1955. Pero el presidente Mao opacaba a todos. Él había derrotado al ocupante japonés, había ganado la guerra civil contra el Kuomintang y había terminado con la tutela soviética. Cabe destacar que poco y nada sabíamos en ese entonces de la “Revolución Cultural” o de la “Banda de los cuatro”.
Mao, que había patentado el concepto del “Tercer Mundo”, era una figura mágica, envuelta en el misterio de la distancia geográfica y cultural. Aparecía siempre acompañado, discretamente, por el premier Zhou Enlai, figura asociada al gran Metternich del siglo XIX o al Kissinger que operaba detrás de Richard Nixon. Los dos líderes latinoamericanos que llegaron a entrevistarse con el “Gran Timonel” –Salvador Allende de Chile y el argentino-cubano Ernesto “Che” Guevara– terminarían en forma trágica, aprisionados por la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la U.R.S.S, que alternaba el peligro del “holocausto nuclear” con la “convivencia pacífica”.
Fue en América Latina, en 1962, donde más cerca estuvimos de desatar una guerra nuclear cuando Rusia pudo desplegar en Cuba sus baterías de lanzamientos de ojivas nucleares que podían llegar directamente a Washington. El sentido común prevaleció y los rusos, a cambio de que los americanos retiraran sus armas –que apuntaban de Turquía a Moscú– hicieron lo propio con las que habían logrado implantar a sólo 90 millas de las costas de Florida.
Los 80
A mediados de los años 80, muchas cosas estaban cambiando en el mundo. La Unión Soviética se estaba desmoronando, Argentina había recuperado la democracia y Deng Xiaoping consolidaba la “Reforma y Apertura” lanzada en 1978.
El presidente Deng era en ese momento mi más admirado líder. Yo era diputado y vicepresidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso Nacional Argentino. Es en ese contexto en el cual ocurre mi primera visita a China, todavía una nación de campesinos pobres, con un acelerado, pero aún incipiente proceso de industrialización.
Los años 80 fueron un período de transición. El presidente Reagan estaba al borde de ganar la Tercera Guerra Mundial o Guerra Fría. Los mismos que nos habíamos sublevado en los 70 contra las dictaduras militares éramos quienes apoyábamos las nacientes democracias latinoamericanas. Raúl Alfonsín en Argentina, José Sarney en Brasil, Patricio Alvin en Chile y Julio Sanguinetti, entre otros, expresaban la búsqueda de una nueva síntesis que superara los enfrentamientos entre los dos bloques que se habían disputado la supremacía mundial. China, nuevamente, evocaba sueños de cambios después de superar una década (1966-1976) que parecía dar por tierra los mejores esfuerzos de esa Gran Nación.
Los años 90
En la década de 1990 desarrollé una intensa labor diplomática como embajador argentino en la Unión Europea, Brasil y Estados Unidos. Allí coincidí con Yang Jiechi, embajador chino en Washington y figura central en el lanzamiento de China como “superpotencia mundial emergente” en el inicio del siglo XXI. Por otra parte, también conocí a Henry Kissinger, quien se encontraba escribiendo su monumental obra On China. Él se transformaría en un mentor vital de mi aprendizaje y comprensión de la sociedad china. Ese mismo Dr. Kissinger, que había tenido la intención de devolver su Premio Nobel al verificar que la endeble paz alcanzada en Vietnam en 1973 se había desmoronado, tendría que aceptar la más humillante derrota sufrida por los norteamericanos en su historia.
Fue en esa década que China creció a tasas del 10 al 12 % anual, liderando el proceso de inclusión social y urbanización más extraordinario en la historia de la humanidad. Durante esos años, Argentina participó de un exitoso proceso de integración regional –el Mercosur– conjuntamente con Brasil, Uruguay y Paraguay. Chile, país ejemplar, consolidaría su posición como estrecho socio del bloque, mientras se convertía en el primer país de la región en mirar al Pacífico, estrechando vínculos con la República Popular China y siendo el primero en firmar un Acuerdo de Libre Comercio en 2005.
El ABC (Argentina, Brasil y Chile), que había mantenido entre sí tensiones políticas y militares por más de cien años, se consolida como “Zona de Paz” y miraba hacia al Pacífico, afianzando una relación que nos llevaría a tener en China nuestro principal inversor, banquero y socio comercial. Por nuestra parte, los argentinos jamás olvidaríamos la solidaridad china en ocasión de la Guerra de Malvinas en 1982.
El nuevo siglo
Mi larga travesía china continuaría con varios viajes, ya comenzado el siglo XXI, invitado por el Partido Comunista en carácter de secretario de Relaciones Exteriores de un nuevo partido político argentino, el PRO, fundado en 2003 por un dirigente empresarial y deportivo que abandonó la “zona de confort” del éxito individual para comprometerse con una Argentina que había caído en la peor crisis de su historia en el 2001.
El ingeniero Mauricio Macri sería elegido, sucesivamente, diputado nacional, jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y presidente de la República en el año 2015. Inmediatamente después de su asunción, el 10 de diciembre de dicho año, el presidente Macri me designó como embajador argentino en la República Popular China. Ese joven delegado, con mucho pelo en la cabeza, cuya admiración por China había comenzado en los años 70, empezaba un nuevo y extraordinario capítulo de esta historia de amor, ocupando la Residencia Oficial en el complejo en el que se encuentra la sede de la Misión Argentina, en el distrito Chaoyang, en pleno barrio de Sanlitun. Ahora con muchos kilos más y mucho menos cabello.
Mi esposa Viviana me acompañó en esta aventura con la misma convicción y entusiasmo. Ella agrega una enorme curiosidad por las tradiciones y la complejidad cultural y étnica que cobija el enorme territorio chino. Juntos hemos recorrido el norte, el oeste, el este y el sur de ese “continente” con la forma de un gallo y la energía de un tigre. Hemos saboreado las mil variedades de su gastronomía, aprendiendo a absorber gustos y cocciones muy diferentes a nuestra básica dieta de carne y pasta. Los argentinos somos “italianos que hablamos español” o “españoles que hacemos ruido como los italianos”.
La cultura en común
Fuera de la rica complementariedad de la “Asociación Estratégica Integral” que une a nuestras dos naciones, nada más interesante que verificar la “universalidad del género humano” y cómo hombres y mujeres que viven a semejante distancia -más de 20.000 kilómetros– pueden tener sensibilidades tan afines. Es por ello que cuatro elementos que caracterizan a la sociedad argentina –el fútbol, el tango, la carne y el vino– son amados en China con la misma o mayor intensidad.
Creo que los chinos son “latinos tímidos”: les cuesta expresar la pasión que tienen, pero la canalizan en su capacidad de hacer este país maravilloso que están construyendo hacia adentro, mientras contribuyen al crecimiento y bienestar de más de 130 países con los que están estrechamente vinculados.
Los argentinos tenemos mucho que aprender de nuestros amigos chinos. Nosotros desperdiciamos muchas de nuestras energías en luchas intestinas. También China pasó muchos años en “las sombras” de las guerras de ocupación, las civiles, las hambrunas y errores políticos y económicos. Pero aprendió y se puso de pie, construyendo la gran nación que es hoy la República Popular China.
El siglo XXI
Este es el siglo de China, como el XX fue el norteamericano, el XIX fue el inglés, el XVIII el francés, el XVII el holandés y el siglo XVI el español. Así, China le dará el “signo de identidad” a esta centuria.
Cuando parece que estamos “volviendo al pasado” y pretendiendo entrar en un nuevo ciclo de confrontación entre bloques, China tiene que usar su extraordinaria e inédita experiencia: es la única nación que llega a ser una superpotencia sin tener que provocar ni ganar una guerra, sin tener que ocupar territorios ni sojuzgar a otros pueblos. Ciento treinta países del mundo cuentan a China como su principal socio comercial. En particular, los últimos diez años –desde la crisis financiera de 2008- han demostrado que la paz, el desarrollo y la cooperación son los mejores instrumentos para alcanzar los cuatro grandes objetivos universales: I) derrotar la pobreza; II) cuidar el medioambiente; III) terminar con el terrorismo; IV) combatir el narcotráfico. Nada de esto será posible si nos enfrascamos en “guerras comerciales” o, peor aún, si caemos en peores formas de enfrentamientos.
Los sueños alcanzables
El siglo XXI también puede ser el “siglo de Argentina”. Y nuestra asociación con China es un capítulo central para concretar nuestro propio “sueño argentino”, el cual es muy parecido al chino: eliminar la pobreza, alcanzar el bienestar, la salud y la educación para todos y garantizar la felicidad de niños y ancianos. Los chinos lo están logrando y los argentinos lo haremos también. Contamos con la solidaridad del país amigo.
Yo estoy en la última etapa del largo viaje de mi vida. Este país ha sido, es y será una parte muy valiosa de mi existencia. Mis nietos ya saben que China está en el “centro del mundo”. La idea del “lejano Oriente” es parte del pasado. Argentina tiene todavía que dejar de ser el “fin del mundo”.
No me iré sin ver ese sueño cumplido.
Una mirada personal que profundiza la asociación estratégica integral
Este volumen se propone un objetivo notable y original: fortalecer la relación entre China y la Argentina desde una mirada individual, en primera persona, de funcionarios, intelectuales, escritores y académicos de ambas nacionalidades que han vivido una enriquecedora experiencia en tierra del otro país, al otro extremo de la Asociación Estratégica Integral que nos vincula.
Destacados ciudadanos chinos nos cuentan aquí la Argentina desde su propia visión, cargada de una cultura extraordinaria, que tanto contribuye a entendernos a nosotros mismos; mientras que mis compatriotas que han tenido la oportunidad de radicarse en Beijing, Shanghai u otras de las grandes urbes chinas nos ofrecen ese punto de vista especial que solo puede absorberse desde la inmersión en la rutina cotidiana del país extranjero.
La apertura de mercados y la promoción del comercio y las inversiones es sin dudas un esfuerzo multidimensional: el lazo cultural y el acercamiento entras las sociedades civiles potencia y multiplica la relación económica bilateral. Las percepciones son intangibles, pero en ocasiones es en este campo tan sutil donde anidan los prejuicios que afectan el normal desarrollo de todo vínculo.
La profundización de nuestra sociedad estratégica debe ir acompañada de un mayor conocimiento mutuo, como el que nos ofrece esta valiosa iniciativa editorial. Ambos países establecieron relaciones diplomáticas en 1972, pero es recién en los últimos años cuando se construye esta amistad estrecha que engaña al planisferio y nos permite sentirnos muy cerca pese a la enorme distancia geográfica. Un ejemplo elocuente del nivel alcanzado es que, en la cumbre de líderes del G-20 de Buenos Aires, nuestros presidentes, Xi Jinping y Mauricio Macri, se habrán reunido personalmente por quinta vez, lo que constituye un hecho inédito en la historia de las relaciones diplomáticas bilaterales.
La transformación reciente de China ha sido un proceso tan vertiginoso, único en la historia mundial por su velocidad, que ha dejado a muchos actores del sector público y privado con una visión anacrónica de la contraparte, sin posibilidad de incorporar los cambios radicales que ha transitado, por citar un caso, la cultura del consumidor chino.
Entender las dinámicas sociales de ambos países, tan bien descriptos en los artículos del libro desde el punto de vista personal de los autores, es una forma más de potenciar la complementariedad de nuestras economías. Conocer los nuevos patrones de compra, por ejemplo, que cada vez se inclinan más a las operaciones digitales, los pagos on line, la demanda de alimentos de muy alta calidad, la sofisticación del gusto, entre otros elementos centrales, permite ajustar nuestra oferta para ingresar de la mejor manera en el enorme mercado chino.
La Argentina está protagonizando una revolución de su sector exportador en la que China tiene un papel prioritario. El estrecho lazo que nos une hubiera resultado inverosímil apenas 15 años atrás. Hoy es realmente difícil avizorar un límite para nuestra inserción en la economía de nuestro socio estratégico. Alcanzar a sus consumidores con productos del mayor alto valor agregado es una de nuestras metas. Y para eso hay que entender el cambio, que aún se encuentra en curso.
Este volumen es una enorme contribución multidisciplinaria en este sentido. Vaya nuestro reconocimiento a los embajadores, consejeros culturales de ambas embajadas, investigadores, escritores, traductores y periodistas, entre otros, que han aportado su inestimable punto de vista.
Y un especial agradecimiento para el coordinador del proyecto, Guo Cunhai, Director del Centro de Estudios Argentinos del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia China de Ciencias Sociales, que logró articular armónicamente todas las perspectivas que nutren esta obra bilingüe.
El producto final es un reflejo del diálogo y la tarea conjunta de profundización del vínculo bilateral en la que todos estamos embarcados: Nosotros: crónicas de la cercanía cultural de China y Argentina, como bien señala su título.
Embajador Horacio Reyser Travers
Secretario de Relaciones Económicas Internacionales
Prólogo
En este libro titulado Nosotros: crónicas de la cercanía cultural de China y Argentina”, publicado por la Oficina de Información del Consejo del Estado de China, convergen las historias de vida de varias personalidades, tanto de China como de Argentina, que se han dedicado al fortalecimiento de la amistad entre los dos países. También se encuentra reflejado desde diferentes perspectivas el amor sincero entre ambos pueblos, así como el crecimiento de la relación bilateral. Los esfuerzos perseverantes y las arduas hazañas realizadas por los protagonistas de diversos sectores fueron imprescindibles para la consolidación del vínculo profundo y duradero que disfrutamos hoy en día. Aprovechando esta ocasión, me gustaría presentar hacia ellos mis consideraciones más altas y mis gratitudes más sinceras.
Argentina fue el primer destino de mi carrera diplomática y, por lo tanto, la quiero profundamente. Hace 25 años, este país selló a fuego en mi memoria su idiosincrasia, su gente amable, su Malbec fragante, su asado jugoso y sabroso, y sus mundialmente reconocidos fútbol y tango. En 2014, tuve el honor de asumir el cargo de Embajador de la República Popular China en la República Argentina, lo que me permitió pisar nuevamente esta tierra de innumerables y hermosos recuerdos y volver a ver a los viejos amigos. Asimismo, este cargo constituye para mí una responsabilidad enorme y una misión gloriosa. He descubierto con plena satisfacción que, con los esfuerzos de ambas partes, se ha profundizado la confianza mutua política, se han consolidado los resultados fructíferos en el comercio y se han obtenido logros destacables en el intercambio cultural. Particularmente desde el establecimiento de la Asociación Estratégica Integral, la relación bilateral ha tomado un camino, o, mejor dicho, una autopista de desarrollo en múltiples dimensiones, ámbitos y niveles. Puede afirmarse que China y Argentina ya son socios sinceros, que se tratan entre sí con toda confianza, abogando siempre por el beneficio mutuo.
La profundización continua y el dinamismo persistente en la relación bilateral se deben al vínculo firme en lo político, económico y civil entre los dos países, así como a los tres principios perseguidos por ambas naciones.
I. El principio de respeto mutuo e igualdad, profundizando continuamente la confianza política recíproca.
II. China y Argentina siempre se han respetado mutuamente cuando una parte selecciona el camino de desarrollo que considera adecuado a su propia situación, y se han entendido y apoyado entre sí en lo relativo a los intereses centrales y preocupaciones principales. Todas las administraciones de ambos países han establecido siempre relaciones amistosas. En los últimos años, los gobiernos, congresos, partidos políticos y autoridades subregionales de las dos partes han mantenido intercambios estrechos. Los mecanismos bilaterales, tales como el Comité Permanente Intergubernamental, el Diálogo Político entre Congresos y el Diálogo de Economía y Estrategia, funcionan satisfactoriamente y se han convertido en plataformas sistemáticas para coordinar las estrategias de desarrollo de ambas partes. China y Argentina mantienen posiciones parecidas y comunicaciones fluidas en materia de las agendas de organizaciones mundiales importantes, tales como el G20, la ONU y la OMC. En consecuencia, la confianza mutua y la coordinación estratégica se profundizan incesantemente.
En julio del presente año, los presidentes Xi Jinping y Mauricio Macri se reunieron en el marco de la Cumbre de BRICS en Sudáfrica, lo que constituyó su cuarto encuentro en poco más de dos años. Los mandatarios reiteraron su firme disposición a avanzar con la Asociación Estratégica Integral y dinamizar la cooperación en todos los ámbitos. Desde que se inició la reciente volatilidad financiera argentina, el presidente Xi ha dirigido cartas al presidente Macri en dos ocasiones, ratificando su apoyo a las medidas tomadas en pos de lograr estabilidad, lo cual demuestra la confianza de China en Argentina sobre la perspectiva de desarrollo y la relación bilateral, y supone un mensaje fuerte y positivo hacia la comunidad internacional.
II. El principio de beneficio mutuo y desarrollo común, fortaleciendo constantemente la cooperación práctica en todos los sectores. China es el segundo socio comercial y el primer destino de exportación de productos agrícolas de Argentina. En los últimos años, las dos partes han intensificado considerablemente la cooperación comercial. En 2017, el monto del comercio bilateral alcanzó los 13 mil 809 millones de dólares. China presta suma atención al desequilibrio comercial entre los dos países, y ha dedicado grandes esfuerzos para solucionar este problema. En este año, los dos países firmaron los históricos protocolos de inspección de calidad para la exportación de carne bovina con hueso y enfriada a China, y se comprometieron a acelerar las negociaciones sobre los protocolos de exportación de miel, cereza, carne ovina y elementos genéticos bovinos de Argentina a China. En el futuro, cada día habrá más productos argentinos de alta calidad al alcance de las familias chinas.
La cooperación de inversión entre los dos países nació de la nada y se desarrolló a un ritmo espectacular. Hasta julio de este año, el monto de inversión acumulada de China hacia la Argentina alcanzó los 14 mil millones de dólares, abarcando sectores vitales para los ciudadanos argentinos, tales como el energético, tranviario, vial y comunicacional. En cuanto al sector financiero, se está negociando la ampliación del SWAP entre los dos bancos centrales, que ya casi cumple 10 años, con el objetivo de ayudar a la Argentina a defenderse de los riesgos financieros externos. De esta manera, China otra vez demuestra a la comunidad internacional su confianza en la perspectiva de desarrollo de Argentina.
III. El principio de inclusión, apertura, y aprendizaje mutuo, intensificando incesantemente el intercambio cultural y humano.
La relación entre dos países se basa en el amor entre los pueblos, y el amor nace del entendimiento. Los pueblos chino y argentino se conocen cada vez mejor al experimentar las expresiones artísticas de la otra parte. El “fervor por el chino mandarín” y el “fervor por China” están creciendo en la sociedad Argentina: el gobierno chino aumenta anualmente el número de vacancia de becarios para estudiantes de Argentina; y los dos Institutos de Confucio y las tres Aulas de Confucio han servido como la plataforma para mejorar el entendimiento mutuo. El Festejo del Año Nuevo Chino en Argentina, reconocido como la mayor festividad china celebrada en Latinoamérica y que este año contó con la participación de más de 800.000 personas, es muy apreciado por las comunidades locales. La cooperación en turismo y fútbol también está avanzando. Gracias al impulso otorgado por sus jefes de Estado, la cooperación entre China y Argentina en materia de fútbol se ha activado oficialmente este año. Actualmente, más de una decena de jóvenes jugadores chinos está recibiendo entrenamiento sistemático en clubes profesionales argentinos, tras lo cual esperamos surja un “Messi chino” de aquí hacia el mundo. Asimismo, el fervor por viajar a Argentina está logrando cada vez más vigor en China: durante 2017, el número de turistas chinos que visitaron este país alcanzó los 60.000, duplicando la cifra del 2016.
Argentina, un gran país latinoamericano y un importante actor del mercado emergente, se ha consolidado como socio estratégico importante de China en esa región. Del 30 de noviembre al 1 de diciembre próximos, la Cumbre de Líderes del G20 se celebrará en Buenos Aires. Nos encontramos a la espera de la visita oficial del Presidente Xi Jinping a Argentina, que tendrá lugar inmediatamente después del G20. Será el primer viaje oficial del mandatario chino a América Latina desde el 19º Congreso Nacional del Partido Comunista de China, y el quinto encuentro entre los Presidentes Xi y Macri, lo cual supondrá un hito no sólo en el proceso de intensificación de la relación bilateral entre China y Argentina, sino también en la profundización de la cooperación integral entre China y Latinoamérica.
Desde este nuevo e histórico punto de partida, en el marco del G20 y de la visita oficial del Presidente Xi, China está dispuesta a trabajar con Argentina para inaugurar un nuevo capítulo en la Asociación Estratégica Integral binacional, beneficiando a ambos pueblos.
Yang Wanming
Embajador de la República Popular China
en la República Argentina
Buenos Aires, octubre de 2018